La alopecia es un término médico que se usa para referirse a la ausencia o pérdida anómala del cabello, ya sea en el cuero cabelludo o en otras partes del cuerpo. La alopecia puede tener diversas causas y manifestarse de diferentes formas, afectando tanto a hombres como a mujeres, y en algunos casos, también a niños. La alopecia puede tener un impacto negativo en la autoestima, la confianza y el bienestar emocional de las personas que la padecen, por lo que es importante conocer sus características, sus posibles tratamientos y sus medidas preventivas.
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¿Qué tipos de alopecia existen?
Existen muchos tipos de alopecia, pero se pueden clasificar en dos grandes grupos: las alopecias cicatriciales y las alopecias no cicatriciales.
- Las alopecias cicatriciales son aquellas que provocan la destrucción irreversible del folículo piloso, el órgano que produce el cabello. Esto implica que el cabello no puede volver a crecer en la zona afectada, dejando una cicatriz visible. Algunas causas de las alopecias cicatriciales son las infecciones, las quemaduras, los traumatismos, las enfermedades autoinmunes o los tumores[1][1].
- Las alopecias no cicatriciales son aquellas que no dañan el folículo piloso de forma permanente, por lo que el cabello puede recuperarse con el tiempo o con tratamiento. Algunas causas de las alopecias no cicatriciales son los factores genéticos, hormonales, nutricionales, psicológicos, farmacológicos o ambientales.
Dentro de cada grupo, existen varios subtipos de alopecia según su patrón de distribución, su extensión y su evolución. Algunos de los más frecuentes son:
- Alopecia androgénica: es la forma más común de alopecia, responsable del 95% de los casos. Se debe a la acción de las hormonas masculinas (andrógenos) sobre los folículos pilosos genéticamente predispuestos, provocando su miniaturización y atrofia. Se manifiesta con un patrón característico de pérdida de cabello que comienza en las entradas y la coronilla en los hombres, y en la parte central del cuero cabelludo en las mujeres.
- Alopecia areata: es una enfermedad autoinmune que provoca la caída del cabello en forma de parches redondos y localizados. Se desconoce su causa exacta, pero se cree que está relacionada con el estrés, las infecciones o los factores genéticos. Puede afectar a cualquier parte del cuerpo donde haya pelo, incluyendo las cejas, las pestañas y la barba. En algunos casos, el cabello puede volver a crecer espontáneamente o con tratamiento, pero en otros puede ser permanente o recurrir.
- Alopecia difusa: es una pérdida generalizada y uniforme del cabello por todo el cuero cabelludo. Se debe a una alteración del ciclo normal del cabello, que pasa de la fase de crecimiento (anágena) a la fase de reposo (telógena) de forma prematura. Algunas causas de la alopecia difusa son el estrés, la mala alimentación, las enfermedades sistémicas, los medicamentos o los tratamientos médicos.
- Alopecia por tracción: es una pérdida de cabello causada por una tensión excesiva o prolongada sobre el mismo. Se produce por el uso frecuente de peinados que tiran del cabello con fuerza, como las colas de caballo, las trenzas o los rastas. Si se detecta a tiempo y se elimina la causa, el cabello puede recuperarse; pero si se mantiene la tracción durante mucho tiempo, puede provocar una alopecia cicatricial.
¿Qué causas provocan la alopecia?
Como hemos visto, existen múltiples causas que pueden provocar la alopecia, dependiendo del tipo y del individuo. Algunas de las más comunes son:
- Genética: la herencia genética es un factor determinante en la alopecia androgénica, que se transmite de padres a hijos con un patrón poligénico dominante. Esto significa que se requieren varios genes para expresar la enfermedad, y que basta con tener uno de ellos para padecerla. Sin embargo, el gen o los genes responsables aún no se han identificado con precisión.
- Hormonal: las hormonas masculinas o andrógenos juegan un papel clave en la alopecia androgénica, al actuar sobre los folículos pilosos sensibles y provocar su miniaturización. El principal andrógeno implicado es la dihidrotestosterona (DHT), que se forma a partir de la testosterona por la acción de la enzima alfa-reductasa. La DHT se une a los receptores androgénicos de los folículos y activa una serie de mecanismos moleculares que conducen a su atrofia. Otras alteraciones hormonales que pueden afectar al cabello son las relacionadas con la tiroides, el síndrome de ovario poliquístico o la menopausia.
- Nutricional: una dieta deficiente en proteínas, vitaminas y minerales puede afectar al crecimiento y la salud del cabello. Algunos nutrientes esenciales para el pelo son el hierro, el zinc, el cobre, el selenio, el ácido fólico, la biotina y las vitaminas A, B, C y E. La falta de estos nutrientes puede provocar una alopecia difusa o agravar otros tipos de alopecia.
- Psicológico: el estrés físico o emocional puede alterar el ciclo normal del cabello y provocar una caída temporal o crónica del mismo. El estrés puede causar una condición llamada efluvio telógeno, que consiste en el paso prematuro de los folículos pilosos a la fase de reposo o telógena, lo que provoca una mayor caída del cabello al lavarlo o peinarlo. El estrés también puede desencadenar o agravar otras formas de alopecia, como la areata o la androgénica. Además, existe un trastorno psicológico llamado tricotilomanía, que consiste en arrancarse compulsivamente el cabello, lo que puede provocar una alopecia por tracción.
- Farmacológico: algunos medicamentos o tratamientos médicos pueden tener como efecto secundario la pérdida de cabello. Entre ellos se encuentran los anticoagulantes, los antidepresivos, los antiinflamatorios, los anticonvulsivos, los antitiroideos, los antifúngicos, los antibióticos, los esteroides, los anticonceptivos orales, los quimioterápicos y los radioterápicos. Estos fármacos pueden actuar interfiriendo con el ciclo del cabello, alterando el equilibrio hormonal o dañando directamente los folículos pilosos.
- Ambiental: algunos agentes externos que pueden dañar el cabello son el sol, el viento, el cloro, el salitre o la contaminación. Estos factores pueden resecar, debilitar o romper el cabello, favoreciendo su caída. También pueden provocar irritación o inflamación del cuero cabelludo, lo que puede afectar a la salud de los folículos pilosos.
- Infeccioso: algunas infecciones por hongos, bacterias o virus pueden afectar al cuero cabelludo y provocar inflamación, supuración o formación de costras que pueden dañar los folículos pilosos y causar una alopecia cicatricial. Algunas de estas infecciones son la tiña capitis, la foliculitis decalvante, el lupus discoide o la sífilis.
- Autoinmune: algunas enfermedades autoinmunes son aquellas en las que el sistema inmunitario ataca por error a las propias células del organismo. Algunas de estas enfermedades pueden afectar al cuero cabelludo y provocar una alopecia.
¿Qué síntomas tiene la alopecia?
Los síntomas de la alopecia pueden variar según el tipo, la causa y la extensión de la misma. Sin embargo, algunos de los síntomas más comunes son:
- Pérdida de cabello excesiva o superior a 100 cabellos al día.
- Pérdida de cabello repentina o abrupta.
- Pérdida de cabello en forma de parches o zonas calvas.
- Pérdida de cabello generalizada y uniforme por todo el cuero cabelludo.
- Pérdida de cabello acompañada de otros síntomas como picor, dolor, inflamación, enrojecimiento, escamas o costras en el cuero cabelludo.
- Pérdida de cabello que afecta a otras partes del cuerpo donde haya pelo, como las cejas, las pestañas, la barba o el vello corporal.
- Cambio en la textura, el color o el grosor del cabello.
- Disminución de la densidad, el volumen o la longitud del cabello.
Si se presenta alguno de estos síntomas, se debe consultar con un médico o un dermatólogo para realizar un diagnóstico adecuado y descartar cualquier causa subyacente que pueda estar provocando la alopecia.
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¿Qué tratamientos existen para la alopecia?
Los tratamientos para la alopecia dependen del tipo y la causa de la misma, así como de las expectativas y preferencias del paciente. Algunos de los tratamientos más comunes son:
- Tratamientos médicos: existen algunos medicamentos que pueden frenar o revertir la caída del cabello causada por algunos tipos de alopecia, como la androgénica o la areata. Algunos ejemplos son el Minoxidil, el Finasteride, los corticoides, los inmunosupresores o los antifúngicos. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios y su efecto solo se mantiene mientras se siga tomando el medicamento, por lo que se debe consultar con el médico antes de iniciar este tipo de tratamiento.
- Tratamientos quirúrgicos: los tratamientos quirúrgicos consisten en trasplantar folículos pilosos de una zona donante (generalmente la nuca o los laterales de la cabeza) a una zona receptora (generalmente las entradas o la coronilla). El objetivo es repoblar las zonas afectadas por la alopecia con cabello propio y permanente. El trasplante capilar puede realizarse con diferentes técnicas, como la FUE (extracción de unidades foliculares) o la FUSS (tira de cuero cabelludo). El trasplante capilar es el único tratamiento que ofrece resultados definitivos y naturales, pero también tiene algunos inconvenientes, como el alto costo, el riesgo de infección, sangrado, cicatrices o rechazo, y la necesidad de varias sesiones para obtener un resultado óptimo.
- Tratamientos cosméticos: los tratamientos cosméticos son aquellos que buscan mejorar el aspecto estético del cabello sin modificar su estructura ni su crecimiento. Algunos ejemplos son las pelucas, los postizos, las extensiones, los microinjertos, las fibras capilares o los maquillajes capilares. Estos tratamientos pueden ser una solución temporal o complementaria a otros tratamientos, pero no resuelven el problema de fondo ni ofrecen resultados permanentes.
- Tratamientos naturales: los tratamientos naturales son aquellos que se basan en el uso de productos naturales o caseros que pueden ayudar a prevenir o frenar la caída del cabello y a mejorar su salud y su aspecto. Algunos ejemplos son los aceites esenciales, las plantas medicinales, los masajes capilares, las mascarillas o los champús naturales. Estos tratamientos pueden ser efectivos para algunos casos de alopecia leve o moderada, pero no son una solución definitiva ni garantizada.
¿Cómo combatir la alopecia de forma natural?
Como hemos visto, existen algunos tratamientos naturales que pueden ayudar a combatir la alopecia de forma natural. Estos tratamientos se basan en el uso de productos naturales o caseros que pueden estimular el crecimiento y la salud del cabello. Algunos de estos productos son:
- Aceite de ricino: el aceite de ricino es un aceite vegetal que contiene ácido ricinoleico, un ácido graso que tiene propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y antioxidantes. El aceite de ricino puede ayudar a nutrir el cuero cabelludo, a eliminar la caspa, a fortalecer el cabello y a prevenir su caída. Se puede aplicar el aceite de ricino sobre el cuero cabelludo, masajeando suavemente y dejándolo actuar durante una hora. Luego se debe lavar el cabello con un champú suave.
- Ajo: el ajo es un alimento que tiene propiedades antibacterianas, antifúngicas y estimulantes. El ajo puede ayudar a combatir las infecciones que pueden causar la alopecia, a mejorar la circulación sanguínea en el cuero cabelludo y a activar los folículos pilosos. Se puede machacar un diente de ajo y aplicarlo sobre las zonas afectadas por la alopecia, dejándolo actuar durante 15 minutos. Luego se debe enjuagar el cabello con agua tibia.
- Cebolla: la cebolla es otro alimento que tiene propiedades antibacterianas, antifúngicas y estimulantes. La cebolla contiene azufre, un mineral que favorece la síntesis de queratina, la proteína que forma el cabello. La cebolla puede ayudar a limpiar el cuero cabelludo, a eliminar la caspa, a fortalecer el cabello y a prevenir su caída. Se puede extraer el jugo de una cebolla y aplicarlo sobre el cuero cabelludo, masajeando suavemente y dejándolo actuar durante 30 minutos. Luego se debe lavar el cabello con un champú suave.
- Huevo: el huevo es un alimento que contiene proteínas, vitaminas y minerales que son esenciales para el crecimiento y la salud del cabello. El huevo puede ayudar a hidratar, nutrir y reparar el cabello dañado o debilitado. Se puede batir un huevo y aplicarlo sobre el cabello húmedo, dejándolo actuar durante 20 minutos. Luego se debe enjuagar el cabello con agua fría.
- Romero: el romero es una hierba aromática que tiene propiedades estimulantes, antioxidantes y antisépticas. El romero puede ayudar a mejorar la circulación sanguínea en el cuero cabelludo, lo que facilita la llegada de nutrientes y oxígeno a los folículos pilosos. El romero también previene la caída del cabello y promueve su regeneración. Se puede preparar una infusión de romero y usarla como enjuague final después del lavado del cabello.
Estos tratamientos naturales pueden ser efectivos para algunos casos de alopecia leve o moderada, pero no son una solución definitiva ni garantizada. Si la alopecia es severa o persistente, se recomienda consultar con un médico o un dermatólogo para determinar la causa exacta y el tratamiento más adecuado.
Alopecia en mujeres: ¿Qué la provoca y cómo tratarla?
La alopecia no es solo un problema masculino, sino que también afecta a muchas mujeres. Se estima que entre un 20% y un 40% de las mujeres sufren algún tipo de alopecia a lo largo de su vida. La alopecia en mujeres puede tener diversas causas y manifestarse de diferentes formas, pero suele ser más difusa y menos evidente que en los hombres.
Las causas más comunes de la alopecia en mujeres son:
- Genética: la alopecia androgénica también puede afectar a las mujeres, aunque con menor frecuencia e intensidad que en los hombres. Se debe a la acción de las hormonas masculinas sobre los folículos pilosos sensibles, provocando su miniaturización y atrofia. Se manifiesta con una pérdida de densidad y volumen del cabello en la parte central del cuero cabelludo.
- Hormonal: los cambios hormonales que se producen en diferentes etapas de la vida de la mujer pueden influir en la salud y el crecimiento del cabello. Algunos ejemplos son el embarazo, el parto, la lactancia, la menopausia o los trastornos menstruales. Estos cambios pueden provocar una alteración del ciclo del cabello, pasando de la fase de crecimiento (anágena) a la fase de reposo (telógena) de forma prematura. Esto puede provocar una caída temporal del cabello que se recupera al normalizarse el equilibrio hormonal.
- Nutricional: una dieta deficiente en proteínas, vitaminas y minerales puede afectar al crecimiento y la salud del cabello. Algunos nutrientes esenciales para el pelo son el hierro, el zinc, el cobre, el selenio, el ácido fólico, la biotina y las vitaminas A, B, C y E. La falta de estos nutrientes puede provocar una alopecia difusa o agravar otros tipos de alopecia.
- Psicológico: el estrés físico o emocional puede alterar el ciclo normal del cabello y provocar una caída temporal o crónica del mismo. El estrés puede causar una condición llamada efluvio telógeno, que consiste en el paso prematuro de los folículos pilosos a la fase de reposo o telógena, lo que provoca una mayor caída del cabello al lavarlo o peinarlo. El estrés también puede desencadenar o agravar otras formas de alopecia, como la areata o la androgénica. Además, existe un trastorno psicológico llamado tricotilomanía, que consiste en arrancarse compulsivamente el cabello, lo que puede provocar una alopecia por tracción.
- Farmacológico: algunos medicamentos o tratamientos médicos pueden tener como efecto secundario la pérdida de cabello. Entre ellos se encuentran los anticoagulantes, los antidepresivos, los antiinflamatorios, los anticonvulsivos, los antitiroideos, los antifúngicos, los antibióticos, los esteroides, los anticonceptivos orales, los quimioterápicos y los radioterápicos. Estos fármacos pueden actuar interfiriendo con el ciclo del cabello, alterando el equilibrio hormonal o dañando directamente los folículos pilosos.
- Ambiental: algunos agentes externos que pueden dañar el cabello son el sol, el viento, el cloro, el salitre o la contaminación. Estos factores pueden resecar, debilitar o romper el cabello, favoreciendo su caída. También pueden provocar irritación o inflamación del cuero cabelludo, lo que puede afectar a la salud de los folículos pilosos.
- Infeccioso: algunas infecciones por hongos, bacterias o virus pueden afectar al cuero cabelludo y provocar inflamación, supuración o formación de costras que pueden dañar los folículos pilosos y causar una alopecia cicatricial. Algunas de estas infecciones son la tiña capitis, la foliculitis decalvante, el lupus discoide o la sífilis.
- Autoinmune: algunas enfermedades autoinmunes son aquellas en las que el sistema inmunitario ataca por error a las propias células del organismo. Algunas de estas enfermedades pueden afectar al cuero cabelludo y provocar una alopecia areata o cicatricial. Algunos ejemplos son el lupus eritematoso sistémico, la esclerodermia o la artritis reumatoide.
Los síntomas de la alopecia en mujeres pueden variar según el tipo y la extensión de la misma. Sin embargo, algunos de los síntomas más comunes son:
- Pérdida de densidad y volumen del cabello en la parte central del cuero cabelludo.
- Pérdida generalizada y uniforme del cabello por todo el cuero cabelludo.
- Pérdida de cabello en forma de parches o zonas calvas.
- Pérdida de cabello acompañada de otros síntomas como picor, dolor, inflamación, enrojecimiento, escamas o costras en el cuero cabelludo.
- Cambio en la textura, el color o el grosor del cabello.
- Disminución de la longitud del cabello.
Si se presenta alguno de estos síntomas, se debe consultar con un médico o un dermatólogo para realizar un diagnóstico adecuado y descartar cualquier causa subyacente que pueda estar provocando la alopecia.
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Los tratamientos para la alopecia en mujeres dependen del tipo y la causa de la misma, así como de las expectativas y preferencias de la paciente. Algunos de los tratamientos más comunes son:
- Tratamientos médicos: existen algunos medicamentos que pueden frenar o revertir la caída del cabello causada por algunos tipos de alopecia, como la androgénica o la areata. Algunos ejemplos son el Minoxidil, el Finasteride, los corticoides, los inmunosupresores o los antifúngicos. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios y su efecto solo se mantiene mientras se siga tomando el medicamento, por lo que se debe consultar con el médico antes de iniciar este tipo de tratamiento.
- Tratamientos quirúrgicos: los tratamientos quirúrgicos consisten en trasplantar folículos pilosos de una zona donante (generalmente la nuca o los laterales de la cabeza) a una zona receptora (generalmente las entradas o la coronilla). El objetivo es repoblar las zonas afectadas por la alopecia con cabello propio y permanente. El trasplante capilar puede realizarse con diferentes técnicas, como la FUE (extracción de unidades foliculares) o la FUSS (tira de cuero cabelludo). El trasplante capilar es el único tratamiento que ofrece resultados definitivos y naturales, pero también tiene algunos inconvenientes, como el alto costo, el riesgo de infección, sangrado, cicatrices o rechazo, y la necesidad de varias sesiones para obtener un resultado óptimo.
- Tratamientos cosméticos: los tratamientos cosméticos son aquellos que buscan mejorar el aspecto estético del cabello sin modificar su estructura ni su crecimiento. Algunos ejemplos son las pelucas, los postizos, las extensiones, los microinjertos, las fibras capilares o los maquillajes capilares. Estos tratamientos pueden ser una solución temporal o complementaria a otros tratamientos, pero no resuelven el problema de fondo ni ofrecen resultados permanentes.
- Tratamientos naturales: los tratamientos naturales son aquellos que se basan en el uso de productos naturales o caseros que pueden ayudar a prevenir o frenar la caída del cabello y a mejorar su salud y su aspecto. Algunos ejemplos son los aceites esenciales, las plantas medicinales, los masajes capilares, las mascarillas o los champús naturales. Estos tratamientos pueden ser efectivos para algunos casos de alopecia leve o moderada, pero no son una solución definitiva ni garantizada.