La pérdida de cabello es un problema que afecta tanto a hombres como a mujeres, y puede tener un impacto negativo en la autoestima y la calidad de vida. Aunque es normal perder entre 50 y 100 cabellos al día, hay situaciones en las que la caída es más abundante y persistente, lo que puede indicar una alteración en el ciclo capilar o una enfermedad subyacente. En este artículo, vamos a ver algunas de las principales causas detrás de la pérdida de cabello, así como posibles soluciones y tratamientos.
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¿Qué enfermedad puede causar la caída del cabello?
La caída del cabello puede ser un síntoma de varias enfermedades, tanto sistémicas como locales. Algunas de las más comunes son:
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Diabetes: esta enfermedad crónica afecta al metabolismo de la glucosa y puede provocar daños en los vasos sanguíneos y los nervios que nutren el cuero cabelludo, lo que se traduce en una menor irrigación y oxigenación de los folículos pilosos.
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Lupus: se trata de una enfermedad autoinmune que causa inflamación y daño en diversos órganos y tejidos del cuerpo, incluyendo la piel y el cabello. El lupus puede causar alopecia areata, que se caracteriza por la aparición de parches redondos sin pelo en el cuero cabelludo o en otras partes del cuerpo.
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Cáncer: algunos tipos de cáncer, como el linfoma o la leucemia, pueden afectar al sistema inmunológico y provocar una caída del cabello generalizada o localizada. Además, algunos tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia o la radioterapia, interfieren con la división celular de los folículos pilosos y causan una pérdida masiva y temporal del cabello.
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Anemia: la anemia es una condición en la que hay una disminución de los glóbulos rojos o de la hemoglobina en la sangre, lo que implica una menor capacidad para transportar oxígeno a los tejidos. Una de las causas más frecuentes de anemia es la deficiencia de hierro, un mineral esencial para el crecimiento y la salud del cabello.
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Infección del cuero cabelludo: algunas infecciones bacterianas, fúngicas o parasitarias pueden afectar al cuero cabelludo y provocar inflamación, picor, caspa y caída del cabello. Algunos ejemplos son la tiña, la foliculitis, la pediculosis o la sarna.
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Enfermedad tiroidea: la glándula tiroides produce hormonas que regulan el metabolismo y el crecimiento celular. Cuando hay un exceso (hipertiroidismo) o un déficit (hipotiroidismo) de estas hormonas, se altera el ciclo capilar y se produce una caída del cabello difusa o localizada.
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Síndrome de ovario poliquístico: este síndrome afecta a las mujeres en edad reproductiva y se caracteriza por un desequilibrio hormonal que causa quistes en los ovarios, irregularidades menstruales, acné, hirsutismo y alopecia androgénica. Esta última se debe al exceso de andrógenos, unas hormonas masculinas que provocan un adelgazamiento y una caída del cabello en el área frontal y superior del cuero cabelludo.
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Sífilis: esta es una enfermedad de transmisión sexual causada por una bacteria llamada Treponema pallidum. En sus etapas avanzadas, puede afectar a diversos órganos y sistemas del cuerpo, incluyendo la piel y el cabello. La sífilis puede causar alopecia areata o alopecia sifilítica, que se manifiesta por una pérdida irregular del cabello con forma de medialuna.
Medicamentos que provocan la caída del cabello
Además de las enfermedades mencionadas anteriormente, existen algunos medicamentos que pueden tener como efecto secundario la caída del cabello. Estos medicamentos pueden actuar de diferentes formas, ya sea acelerando el paso del cabello de la fase de crecimiento a la de reposo (efluvio telógeno) o interrumpiendo la fase de crecimiento del cabello (efluvio anágeno). Algunos ejemplos de estos medicamentos son:
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Isotretinoína y derivados de la vitamina A: estos fármacos se usan para tratar el acné severo y otras enfermedades dermatológicas, pero pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al interrumpir el ciclo capilar.
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Dosis continuadas de antibióticos y antifúngicos: estos medicamentos pueden alterar el equilibrio de la flora bacteriana y fúngica del cuero cabelludo, lo que puede provocar una caída del cabello por infección o inflamación.
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Antihipercolesterolemiantes, simvastatina y atorvastatina: estos fármacos se usan para reducir los niveles de colesterol en la sangre, pero pueden tener un efecto negativo sobre el cabello al disminuir la síntesis de colesterol, un componente esencial de las membranas celulares y las hormonas esteroideas.
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Fármacos para la epilepsia o convulsiones, ácido valproico, trimetadiona: estos medicamentos pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al interferir con el metabolismo del ácido fólico, una vitamina necesaria para la síntesis de ADN y el crecimiento celular.
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Estatinas para controlar el colesterol: estos fármacos pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al interferir con la síntesis de coenzima Q10, un antioxidante que protege a las células del estrés oxidativo.
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Antidepresivos: estos medicamentos pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al alterar el equilibrio hormonal, el estado de ánimo y el ciclo del sueño, factores que influyen en el ciclo capilar.
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Antiepilépticos y litio, que también se utilizan para tratar la depresión y los trastornos tímicos o del humor: estos medicamentos pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al interferir con el metabolismo del zinc, un mineral importante para la salud del cabello.
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Cimetidina, ranitidina y famotidina: estos fármacos se usan para tratar las úlceras gástricas y el reflujo gastroesofágico, pero pueden causar una caída del cabello difusa y reversible al bloquear los receptores de andrógenos en los folículos pilosos.
¿Cuándo es alarmante la pérdida de cabello?
La pérdida de cabello puede ser un motivo de preocupación cuando es excesiva, persistente o se asocia a otros síntomas que pueden indicar una enfermedad grave. Algunas señales de alarma que deben consultar con un médico son:
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Pérdida de más de 100 cabellos al día durante más de tres meses: este criterio se puede evaluar contando los cabellos que se caen al cepillarse, lavarse o peinarse, o recogiendo los cabellos que quedan en la almohada, el desagüe o la ropa.
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Aparición de áreas calvas o con poco pelo en el cuero cabelludo o en otras partes del cuerpo: este signo puede indicar una alopecia areata, una alopecia cicatricial o una alopecia por tracción.
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Pérdida repentina o en grandes cantidades del cabello: este signo puede indicar un efluvio anágeno causado por un tratamiento contra el cáncer, una intoxicación o una enfermedad infecciosa.
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Pérdida del cabello acompañada de otros síntomas como picor, dolor, enrojecimiento, descamación o secreción en el cuero cabelludo: este signo puede indicar una infección, una inflamación o una dermatitis en el cuero cabelludo.
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Pérdida del cabello acompañada de otros síntomas generales como fatiga, debilidad, palidez, mareos, intolerancia al frío o al calor, cambios de peso o de apetito, alteraciones menstruales o problemas de fertilidad: este signo puede indicar una enfermedad sistémica como la diabetes, el lupus, el cáncer, la anemia, la enfermedad tiroidea o el síndrome de ovario poliquístico.
Si presentas alguno de estos signos de alarma, te recomendamos acudir a un médico o un dermatólogo para que te realice un diagnóstico adecuado y te indique el tratamiento más apropiado para tu caso.
¿Cuál es la vitamina para la caída del cabello?
No existe una sola vitamina para la caída del cabello, sino que se requiere un aporte adecuado de varias vitaminas para mantener el cabello sano y fuerte. Algunas de las vitaminas más importantes para el cabello son:
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Vitamina A: esta vitamina ayuda a producir sebo, una sustancia grasa que lubrica el cuero cabelludo y evita que el cabello se seque y se quiebre. Además, la vitamina A tiene un efecto antioxidante que protege al cabello del daño ambiental.
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Vitamina B: este grupo de vitaminas incluye la biotina, la riboflavina, la niacina, el ácido fólico y la cobalamina, entre otras. Estas vitaminas participan en el metabolismo energético y en la síntesis de proteínas, ADN y hemoglobina, lo que favorece el crecimiento y la nutrición del cabello.
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Vitamina C: esta vitamina es esencial para la formación de colágeno, una proteína que forma parte de la estructura del cabello. Además, la vitamina C mejora la absorción del hierro y tiene un efecto antioxidante que previene el envejecimiento prematuro del cabello.
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Vitamina D: esta vitamina estimula la proliferación y la diferenciación de los queratinocitos, las células que forman el cabello. Además, la vitamina D regula la expresión de los genes involucrados en el ciclo capilar y modula la respuesta inmune del cuero cabelludo.
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Vitamina E: esta vitamina tiene un potente efecto antioxidante que protege al cabello del estrés oxidativo causado por los radicales libres. Además, la vitamina E mejora la circulación sanguínea y la oxigenación del cuero cabelludo, lo que favorece el crecimiento y la salud del cabello.
Estas vitaminas se pueden obtener a través de una dieta equilibrada y variada que incluya alimentos como las frutas, las verduras, los cereales integrales, los frutos secos, las legumbres, los huevos, la leche y sus derivados. También se pueden tomar suplementos vitamínicos bajo prescripción médica si hay una deficiencia o una necesidad especial.
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¿Qué debo hacer para detener la caída del cabello?
Para detener o prevenir la caída del cabello, se deben seguir una serie de medidas generales que contribuyan a mejorar la salud y el aspecto del cabello. Algunas de estas medidas son:
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Lavar el cabello con frecuencia y con productos adecuados: se recomienda lavar el cabello al menos dos veces por semana con un shampoo suave y adaptado al tipo de cabello (seco, graso o normal). También se puede usar un acondicionador o una mascarilla hidratante para nutrir y suavizar el cabello.
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Secar el cabello con cuidado y evitar el calor excesivo: se recomienda secar el cabello con una toalla suave y sin frotar ni tirar. También se debe evitar el uso frecuente de secadores, planchas o rizadores que puedan dañar o quemar el cabello. Si se usa alguno de estos aparatos, se debe aplicar un protector térmico antes.
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Peinar el cabello con suavidad y evitar los peinados tirantes o agresivos: se recomienda peinar el cabello con un cepillo de cerdas naturales y sin tirar ni enredar. También se debe evitar el uso de gomas, pinzas, trenzas, colas o extensiones que puedan causar una tracción excesiva o una rotura del cabello.
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Evitar el estrés y llevar un estilo de vida saludable: se recomienda practicar técnicas de relajación, hacer ejercicio físico y dormir bien para reducir el estrés, que puede afectar al equilibrio hormonal y al ciclo capilar. También se debe llevar una dieta equilibrada y variada que aporte todos los nutrientes necesarios para el cabello, como las vitaminas, los minerales, las proteínas y los ácidos grasos esenciales.
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Consultar con un médico o un dermatólogo si la caída del cabello es excesiva, persistente o se asocia a otros síntomas: se recomienda acudir a un profesional de la salud para que realice un diagnóstico adecuado y descarte posibles enfermedades o alteraciones que puedan causar la pérdida de cabello. También se puede indicar el tratamiento más apropiado para cada caso, que puede incluir medicamentos, trasplantes o tratamientos cosméticos.
Por qué se me cae el cabello si soy una persona joven
La caída del cabello no es un problema exclusivo de las personas mayores, sino que también puede afectar a las personas jóvenes por diversos motivos. Algunas de las causas más frecuentes de la caída del cabello en personas jóvenes son:
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Factores genéticos: la predisposición hereditaria es la causa más común de la alopecia androgénica o calvicie común, que puede empezar a manifestarse desde la adolescencia o la juventud. Esta alopecia se debe a la acción de las hormonas masculinas sobre los folículos pilosos, que se van atrofiando y produciendo cabellos más finos y cortos.
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Factores hormonales: los cambios hormonales que se producen durante la pubertad, el embarazo, la lactancia, la menopausia o el uso de anticonceptivos pueden alterar el ciclo capilar y provocar una caída del cabello transitoria o permanente. También pueden influir algunas enfermedades hormonales como la diabetes, el hipotiroidismo o el síndrome de ovario poliquístico.
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Factores nutricionales: una dieta deficiente o desequilibrada que no aporte los nutrientes necesarios para el cabello puede causar una caída del cabello difusa y reversible. Algunos nutrientes esenciales para el cabello son las vitaminas, los minerales, las proteínas y los ácidos grasos esenciales.
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Factores psicológicos: el estrés, la ansiedad, la depresión o los trastornos emocionales pueden afectar al equilibrio hormonal y al ciclo capilar, provocando una caída del cabello difusa y reversible. También pueden influir algunos hábitos compulsivos como arrancarse el cabello (tricotilomanía) o rascarse el cuero cabelludo (dermatilomanía).
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Factores ambientales: la exposición al sol, al viento, al cloro, al salitre o a la contaminación puede dañar la estructura y la salud del cabello, haciéndolo más frágil y propenso a caerse. También pueden afectar algunos productos químicos agresivos como los tintes, las decoloraciones, los permanentes o los alisados.
Causas de la caída del cabello en mujeres
La caída del cabello en mujeres puede tener diferentes causas, algunas compartidas con los hombres y otras específicas del sexo femenino. Algunas de las causas más comunes de la caída del cabello en mujeres son:
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Alopecia androgénica: esta es la forma más frecuente de calvicie en ambos sexos, pero suele ser más leve y tardía en las mujeres. Se debe a la acción de las hormonas masculinas sobre los folículos pilosos, que se van atrofiando y produciendo cabellos más finos y cortos. En las mujeres, esta alopecia se manifiesta por un adelgazamiento y una pérdida de densidad del cabello en la zona central y frontal del cuero cabelludo.
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Alopecia areata: esta es una enfermedad autoinmune que provoca la caída del cabello en zonas circulares o irregulares, que pueden ser de diferentes tamaños y localizaciones. La alopecia areata puede afectar solo al cuero cabelludo o a todo el cuerpo, incluyendo las cejas, las pestañas, el vello facial o el vello púbico. La causa de esta enfermedad es desconocida, pero se cree que está relacionada con factores genéticos, infecciosos, emocionales o ambientales.
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Efluvio telógeno: este es un tipo de caída del cabello difusa y transitoria que se produce por un factor desencadenante que altera el ciclo capilar y provoca que una gran cantidad de cabellos pasen de la fase de crecimiento a la fase de reposo. El efluvio telógeno puede deberse a causas como el estrés, el parto, la fiebre, una cirugía, una dieta estricta, una infección o un cambio hormonal.
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Alopecia por tracción: esta es una forma de caída del cabello causada por el uso de peinados tirantes o agresivos que ejercen una presión excesiva sobre el cuero cabelludo y los folículos pilosos. Algunos ejemplos son las trenzas, las colas, los moños, las extensiones o los alisados. La alopecia por tracción puede ser reversible si se cambia el hábito capilar o irreversible si se produce una cicatrización del folículo.
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Alopecia cicatricial: esta es una forma de caída del cabello irreversible que se produce por la destrucción de los folículos pilosos por una infección, una inflamación o una lesión. La alopecia cicatricial puede ser primaria, cuando la causa es desconocida o idiopática, o secundaria, cuando la causa es conocida o adquirida. Algunos ejemplos son las quemaduras, las heridas, las radiaciones, las infecciones bacterianas, fúngicas o virales, o las enfermedades autoinmunes como el lupus o la esclerodermia.